Benjamin Zander nació en el Reino Unido en 1939 y empezó a componer música con nueve años. Se formó musicalmente en España, Alemania e Italia. Dirige desde 1979 la Filarmónica de Boston y con frecuencia suele estar al frente de otras orquestas como director invitado. Además, es mundialmente conocido por sus seminarios y clases magistrales sobre liderazgo, creatividad y construcción de equipos. Se le considera un gran maestro de la motivación
En la charla que se muestra en el video, Zander pretende hacer un experimento a pesar de ya saber el resultado. El compositor y director es consciente de que dentro del gran público asistente al concierto hay cuatro grupos en relación a la música clásica: las personas a las que le encanta y no pueden vivir sin ella, que lamentablemente es la gran minoría; las personas a las que no le molesta escucharla; las personas que nunca la escuchan y aquellas que piensan que son sordas musicalmente.
El objetivo de este compositor, por tanto, es que todos los asistentes amen y entiendan la música clásica y está seguro de que lo puede conseguir. Para ello pide a los espectadores que piensen en una persona a quien amen profundamente y ya no esté con ellos, mientras el interpreta una pieza de Chopin “sobre una nalga”, es decir, dejándose llevar por la música. El fin es que todo el mundo escuche lo que este músico tiene que decirles.
Una vez terminada la pieza lo único que se puede observar en el lugar son ojos brillantes, personas emocionadas y amantes de la música clásica y de los sentimientos que esta despierta. Con este resultado, Zander se da por satisfecho, porque para él la riqueza es cuántos ojos brillantes tienes alrededor.
Desde mi punto de vista, creo que es un magnífico compositor pero como orador es mejor todavía. Nos muestra que la música clásica no tiene por qué ser aburrida y nos da muchas claves para trabajar con los niños en la escuela.
De acuerdo con esto, el profesor debe hacer que la enseñanza sea algo atrayente, que todos lo niños amen la cultura y los nuevos conocimientos, porque la escuela no tiene porqué ser aburrida si nosotros hacemos que no sea así.
Como dice Zander, el director tiene la habilidad de hacer poderosas a otras personas, de hacer poderosos a los músicos y nosotros como maestros debemos hacer poderosos a nuestros alumnos, ellos deben ser los verdaderos protagonistas y los que realmente recojan los frutos de sus éxitos.
El objetivo de un educador debe ser siempre que los ojos de las personas a las que enseñamos estén brillando, porque entonces sabremos que hemos conseguido motivarles, entusiasmarles y conmoverlos con nuestras explicaciones. Debemos ser profesores “sobre una nalga”, es decir, debemos dejarnos llevar por la pasión de enseñar y de educar a las futuras generaciones.
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