miércoles, 29 de diciembre de 2010

Sugata Mitra

“En muchos lugares las buenas escuelas no pueden ser construidas y los buenos profesores no pueden o no quieren ir a ellas”

Sugata Mitra, profesor de tecnología educacional en la Universidad de Newcastle y reconocido investigador a nivel mundial, quiso comprobar si realmente las nuevas tecnologías, en particular los ordenadores, podían ser alcanzables para la gente pobre. Esta curiosidad le llevó a realizar en el año 1999 un experimento que hizo cambiar la mentalidad acerca de la educación y el aprendizaje de muchas personas.

El experimento consistió en introducir un ordenador con conexión a Internet en una pared situada en un arrabal de Nueva Delhi, al que pudiera acceder todo el mundo, en especial los niños. Solo algunos de estos niños asistían a la escuela y prácticamente ninguno de ellos había visto un ordenador antes y mucho menos habían tenido acceso a la Red. Sugata comprobó que tanto los chicos como las chicas, mostraban un gran interés por aquel aparato que nunca antes habían utilizado, y que aprendían con mucha rapidez y habilidad el manejo de este.

Ante los buenos resultados obtenidos, el experimento, ya no como tal sino como una manera de llevar cultura y conocimiento a los lugares más desfavorecidos, fue trasladado a muchas otras zonas. En todas se obtuvieron los objetivos deseados y a una velocidad sorprendente, ya que los niños eran capaces de grabar música con el ordenador a las cuatro horas de haber tocado por primera vez uno. Lo más llamativo de todo es que el manejo de los ordenadores tenía que ser en inglés, lengua que desconocían todos los niños que participaron en la investigación.




A la conclusión que podemos llegar es que los niños aprenden lo que quieren aprender, lo que les motiva e interesa. Sugata Mitra muestra un pensamiento similar a Rousseau, que nos decía que el niño debe aprender libremente y por sí mismo en interacción con la naturaleza y a través de sus intereses y no de lo que manda la sociedad.

Para estos dos autores el aprendizaje debe estar asentado en la experimentación, el descubrimiento y el interés individual del niño, que trasladado a la escuela se traduce en procesos de enseñanza-aprendizaje basados en la motivación, en la libertad de expresión e investigación y en los refuerzos positivos para fomentar que el niño siga aprendiendo por sí solo.

Los conocimientos enseñados en las escuelas deben ser, por tanto, llamativos para los alumnos, y los profesores deben enseñar lo necesario para su desarrollo pero siempre de una manera amena y divertida.



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